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Y otra vez…los enrollaos

EL ARTE DE COMBINAR EL SI CON EL NO – RICARDO BULMEZ – El Candil Pedregalero – Año II – N° 79 – Domingo, 20 de septiembre 2020.-

A ellos… para que vivan.

Hay personas que han tomado la decisión de estar mal, cuando no es por una cosa es por la otra, sufren por todo y con todo. A este tipo de gente no se les puede preguntar ¿Cómo estás?, sino “¿Cómo sigues?” porque siempre andan en lo mismo: en el estar mal. Es más, sufren tanto que no provoca preguntarles: “Dónde vives tú”, sino, “Dónde sufres tú”.

Creen que tienen siete vidas, sufren seis y la que le queda la medio viven. Las otras seis las pierden, porque sufrir por nada es perder vida. Está comprobado “científicamente” que los únicos seres vivos que tienen siete vidas son los gatos. “¡Eso es mentira, porque una vez yo vi cómo un carro mató a un gato!”, dirán algunos. Entonces… solamente le quedaba una, por eso el gato murió. Si tú ves que un gato muere es porque le quedaba solamente la última vida, si ves morir a un hombre es porque le quedaba la única.

- Isidoro, ¿Qué tal?, ¿Cómo sigues?
- Ahí… más o menos, regular “pa`I” tiempo y viviendo que ya es bastante

Isidoro no se da cuenta de que vivir no es bastante, lo es todo.

- ¿Qué te pasa?, te veo mal – “como siempre”, me dije en murmullo.
- Es que José Luís no me saludó.
- Seguramente no te vio, si te hubiera visto te saluda porque él es muy atento – le dije para suavizar la cosa.
- Sí me vio.
- Estoy seguro de que no.
- Sí me vio y no me quiso saludar.

Esa fue una vez… Luego me encontré con José Luís y le conté lo que estaba pasando con Isidoro, le dije que estuviera pendiente de saludarlo para que no se enrollara. Me contestó que en realidad no lo había visto.

Y otra vez…

- Isidoro, ¿viste a José Luís?
- Si.
- Pero ahora también te veo mal, ¿te saludó?
- Sí, pero lo hizo “por no dejar”.

Esas personas que se sienten mal por cualquier cosa se llaman “enrollaos” o “enrollás” según el sexo. Son aquellas que si no las saludan se enrollan y sí lo hacen también, y para justificar su “depre” se dicen cosas como éstas: “Esa no era la forma”, “no tuvo más remedio…”, “me saludó por no dejar”, “…porque se lo dijeron”, “me dio un saludo seco”.

Por lo que veo existen personas que hay que saludarlas con un balde de agua para que sea “un saludo mojao”. La diferencia que existe entre un hombre que no se “enrolla” y otro que sí, es que uno es maduro y el segundo no, el primero se molesta y el segundo “se enrolla”. La molestia tiene que ver con lo que existe y el “enrollamiento” se produce por la interpretación mental de los acontecimientos y por la vaciedad del corazón, más que por la realidad.

El hombre maduro jamás le corta la palabra a nadie, en cambio el “enrollao” dice: “No te hablo más”. El inmaduro se siente mal con el Sol y también con la Luna. Los inmaduros son esas personas que si no las invitas a alguna reunión social se sienten mal y si lo haces no asisten para estar peor. Y si por casualidad se presentan a la fiesta no disfrutan, y además con su actitud no permiten que los demás lo pasen bien.

Cuando alguien es jocoso por diversión creen que se están riendo de ellos. Esta clase de gente no perdona a quienes se sienten bien en la vida.

Los “enrollaos” encuentran siempre alguna razón mental para hundirse y cuando se sienten bien creen que están enfermos, dicen: “No sé, pero yo debo de tener algo malo…”. ¿Por qué lo dices?, “…porque hace tiempo estoy muy tranquilo, no me he sentido mal y esto es raro en mí”. Entonces cuando antes buscan su curación… “enrollándose” más.

La imaginación del “enrollao” está hecha para fabricar desgracias, piensan mal hasta del ser más querido y nunca les falta una interpretación negativa. Se quejan de todo y no hacen nada, y se la pasan criticando a los que de verdad intentan hacer algo nuevo y bueno. ¡Y cómo disfrutan el fracaso de los demás! Generalmente los “enrollados” no se sienten queridos por nadie.

En el fondo, ésta es la raíz de su “enrollamiento” creen que nadie los ama. En realidad, no es así, pero así lo sienten. Cuando uno no se siente amado es porque uno no ama a nadie. Y si alguien les regala amor, ellos creen recibir lástima porque el que es incapaz de dar amor está incapacitado para recibirlo. Los “enrollados” no perdonan ni olvidan las ofensas o lo que ellos creen que es ofensa. No se les puede llevar la contraria en nada porque lo interpretan como un ataque o como un acto de desamor. Si, son ese tipo de personas que quieren que todo el mundo las considere y las tome en cuenta, pero ellas no se preocupan por la suerte de los demás.

No toman responsabilidad en nada y, según ellas, la culpa de todos sus males la tienen los que están a su alrededor, no ellas; se la pasan señalando a todo el mundo… el culpable es el marido, el jefe, los hijos, los padres, la situación económica, la mala suerte, el pasado, nacieron estrellados, etc. Cuando van a misa y rezan el “Yo confieso; por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa”, en el fondo lo que expresan es: “Yo confieso que he pecado mucho… ¡por tu culpa, por tu culpa, por tu gran culpa!”. En verdad poco se puede hacer por los “enrollaos”, están solos ante su miseria de vida y su razón para sufrir. Ni siquiera Dios puede hacer algo por ellos y rezan, piden, imploran… y nada… siguen peor que antes. Yo nunca he conocido a un “rezandero” que sea feliz, pero sí he conocido a muchos dichosos por la experiencia verdadera de la oración.

Cristo vino a salvar a los pecadores no a los “amargados”. Es mejor ser pecador que “enrollao” porque el pecado sabe que es salvado por la misericordia y la gracia de Dios, en cambio “los enrollaos” no llegan a esta categoría, creen que Dios está en deuda con ellos y es “mala paga”. Se la pasan pidiéndole de todo y nunca dan gracias por lo que tienen, creen que hasta el mismo Padre Celestial los ha abandonado, por eso están resentidos con Él.

He observado a muchas personas que rezan en los templos, y en vez de estar orando dan la impresión de que están insultando a Dios. ¡Qué caras ponen! Por eso, estoy convencido de que Dios no escucha a los amargados, perdón… sí los escucha, pero no les hace caso.

No cuentes con los “enrollados” para ningún proyecto de envergadura porque te van a poner todo patas arriba. Tienen una fuerza negativa impresionante y, como dicen por ahí, “son capaces de encontrarle manchas oscuras hasta al mismísimo Sol”.

Nunca pueden comprometerse a nada que valga la pena, porque están ocupados en estar “enrollados” y en sufrir y hacer sufrir a todos los que están a su alrededor. “No tengo tiempo”, repiten… entonces están muertos, porque los muertos son los únicos que no tienen tiempo.

Cuando se les propone una idea buena y nueva casi siempre responden: “¡Eso no se puede hacer!”, “¡es muy difícil!”, “Otra vez con lo mismo”, “Eso va a fracasar”, o algo por el estilo. Temen equivocarse y no se dan cuenta de que el peor fracaso es no fracasar en nada.

Los enrollados para todo tienen un “pero” y maldicen hasta el día en que nacieron. Sí, también son amigos del “mal decir”; o sea del “decir mal”. ¡Ahhh!, y les encanta un chisme que es el “Summa cum Laude” del hablar mal de los demás.

Repito, no cuentes con “los enrollaos” para nada, pero tampoco los desprecies… simplemente tenlos por ahí. Haz lo que buenamente puedas hacer por ellos, pero nada más, porque si haces algo más tú también te vas a hundir, te vas a “enrollar”.

¡Te lo digo yo! Los “enrollaos” para algo sirven, por lo menos para aprender cómo uno no debe ser ni actuar.

– ¿Y en dónde se encuentra el “enrollao”?

– Dentro de tu corazón, ten cuidado. ¿Qué prefieres que te pregunten? ¿Dónde vives tú? o ¿Dónde sufres tú?

NOTA: Tomado del libro “El arte de combinar el SI con el NO” con autorización del Padre Ricardo Bulmez.

Coro, Capital del Estado Falcón, Venezuela.

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1 comentario en «Y otra vez…los enrollaos»

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