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Otra visión del mundo II

  • por

ÁLVARO RAMÍREZ – EL CANDIL – AÑO V – N° 233.-


En artículo anterior hablábamos de la necesidad de una visión optimista, para la solución de problemas críticos, que aquejan a la humanidad hoy.

El optimismo, sin embargo, debe ser un “optimismo realista” considerando factores clave para el éxito. Mencionábamos que, partiendo de la visión paradisíaca de nuestro planeta, a millones de kilómetros, algún representante de un país, sugería como solución general, macro, cambiar el sistema financiero mundial y alcanzar la paz en todos los rincones del planeta.

Creo que es necesario adicionarle, a esa visión desde el espacio  detalles que, aunque no observados a esa distancia, impactan directamente la factibilidad del objetivo. Uno de esos factores, probablemente el más importante, es “la naturaleza humana” Las características de los habitantes de la nave “tierra”

Pensando en eso y probablemente a modo de reflexión, vale la pena mencionar una metáfora que se hizo popular en uno de nuestros países, cuando iniciaba su cambio revolucionario, partiendo del convencimiento de ser un país rico. Ante alguna desproporción en la creación del mundo alguien le presento al creador su desagrado por el desbalance de recursos de algunas regiones vs otras. Le decía: “señor, ¿cómo es posible darle tantas riquezas al norte de Suramérica? Otras regiones solo tienen arena o pequeñas islas. La paciente respuesta del creador fue: espera que le ponga los habitantes que van a manejar esos recursos.

¿Hasta dónde el escenario de las asambleas como la ONU, u otras regionales, son un reflejo fidedigno del comportamiento de la humanidad y no, una obra de teatro o una película que muestra lo que los diferentes públicos, cada uno en su país, quieren ver y oír, aunque su propia vida y comportamiento, esté realmente alejado de la actuación de los actores que supuestamente los representan? ¿Hasta dónde sinceramos la naturaleza humana? ¿Nuestras características? ¿Quiénes somos los ocupantes de la tierra?

Nuevamente despiertan en mi baúl de recuerdos, algunas anécdotas: Un amigo utilizaba una frase, medio en serio, medio en broma: “En la puerta del cielo, primero yo que mi madre”.

Anuncio jocoso en una tienda de cazadores de osos: “Calzado que, en caso de ataque, le hará ser más veloz que su compañero de caza”

¿Ilustrativas?  En el mundo, en la ONU, ¿cuál representante quiere ser el corredor más lento? ¿Cuántos quieren que otros no corran más? ¿Cuántos pretenden como “derecho”, que otros no sean más veloces? ¿Y cuantos hay que no les importa hacerles zancadillas a sus “muy estimados” compañeros de caza? ¿Cuáles representantes son conscientes de sus verdaderas riquezas? 

¿Parece inherente a la naturaleza humana querer sobrevivir, y alcanzar el cielo, aunque su madre no se salve?

Creo que la respuesta definitivamente es afirmativa. El ser humano, aunque racional, actuando por instinto como animal, aspira y espera sobrevivir. Su racionalidad, pareciese que la utiliza para lograr vivir mejor que los demás. A veces actuando en forma ética, (funciona la moral) y a veces simplemente imponiéndose para lograrlo (sin ética). ¿Qué otra cosa es empuñar las armas para lograr hacer su voluntad doblegando a otros con ventaja?

Con qué moral o coherencia al menos, pregonando ser amantes de la paz, (y humildes, cual hermana Teresa de Calcuta) pretendemos mantener como ídolos históricos, a quienes bautizamos como “aguerridos combatientes” que nos liberaron, se alzaron en armas, o se declararon en actitudes que, a su juicio, le permitían y ameritaban asesinar, torturar, violar, ¿u ofrecer como victimas a inocentes seguidores? ¿Ya no es más valido ser “aguerrido combatiente”? ¿Condenamos y derribamos e incendiamos estatuas solo de conquistadores extranjeros, mientras le rendimos culto a las espadas, y celebramos la actuación de nuestros ídolos que cortaban cabezas y pregonaban muerte a todos los extranjeros? 

¿Como conjugamos el deseo y concretamos la visión de la tierra desde millones de kilómetros y la aterrizamos y actuamos y no solo declaramos, que vamos a estar dispuestos a trabajar todos unidos por la paz y por las necesidades de todos con la misma dedicación y esfuerzo que yo trabajo por las mías? ¿Como hacemos para que se cumplan todos nuestros derechos? ¿A quién se los exigimos, si todos somos iguales?

¿Cómo eliminamos no solo del diccionario sino del actuar, el término Soberbia? ¿Como hacemos para evitar que un pretendido representante de un pueblo se presente a un foro mundial culpando a otros, de sus fracasos, solo por ser más productivos y tener un color determinado de piel? ¿Como explicamos que solo a los amarillos o blancos y únicamente por serlo, se les puede reclamar y condenar sus éxitos?

¿Qué hacemos con el incomodo término “coherencia”?  ¿Como vamos a un foro mundial a reclamar paz, después de haber tratado de imponer mediante las armas mi voluntad, a todo un país a quien no le pregunté si eso era lo que quería?

¿Qué hacemos con el termino democracia? ¿Si mi oponente obtiene una mayoría deja de ser democracia porque no hace lo que yo quiero? ¿Seguimos llamando democracia cualquier sistema porque tiene elecciones, aunque me convierta después de electo en torturador y violador de la voluntad de los electores?  ¿Como puedo admirar unas dictaduras y otras no?

¿Qué hacemos con el término “derechos humanos”? ¿Como le exijo a otros países el cumplimiento de derechos humanos cuando los he violado en mi país permitiendo a grupos armados violar y atacar la población?

¿Qué hacemos con el manoseado término soberanía? ¿Puedo yo como pueblo soberano, o familia soberana, exigir a otra familia soberana que haga algo, solo porque me conviene, aunque no le convenga a ella? ¿Como le explico a mi nieto que, tengo el derecho a exigirle a la familia vecina, que me entregue uno de sus dos carros porque yo no puedo caminar, pero es injusto que me pida una de mis dos vacas para darle leche a su amiguito vecino? 

¿A quién podremos culpar de ahora en adelante si en cada división territorial, sus habitantes no son felices o alcanzan éxitos? ¿Como puedo culpar a otros de mi fracaso como mandatario si, cada día más, los ciudadanos que pretendo representar están dispuestos a sufrir toda clase de penurias y hasta arriesgar su vida y la de sus hijos con tal de liberarse de mí?

Creo, como dice el secretario general de la ONU, que es urgente la revisión de ese organismo si no queremos que siga siendo escenario de incoherencias, cinismo, foro de dictadores y convirtiéndose en teatro burlesque o humor “afrodescendiente”, donde, corriendo la “línea ética”,  todo es posible, hasta el robo de los aplausos de otro representante para mostrarlos como propios, mientras habla de honestidad.

Creo que es hora de mantenernos en forma para la cooperación verdadera. Hagamos permanentemente un ejercicio de visión antes de elegir cualquier mandatario. Preguntémonos: ¿Puede un candidato, actuando como mi empleado (mi mandatario) representarme dignamente en foros internacionales y negociar honestamente acuerdos duraderos de no agresión y suma de trabajo conjunto? ¿O… elijo al más vivo porque yo también lo soy y la ética es solo eso, una línea?

La solución pasa por eliminar de nuestro ADN el gen de la viveza con mis familiares que habitan el mismo hogar, “la nave tierra”. ¿Difícil tarea verdad? ¿Caemos en el pesimismo? ¿Culpamos a la naturaleza? ¿O… trabajamos para evitar el naufragio prematuro de la nave y ver más bellos amaneceres?


Álvaro Ramírez

Ingeniero Industrial con entrenamiento en USA, England, Holland, UCLA, Penn State y Michigan.  Gerente de logística de bienes y servicios operaciones y proyectos en Shell de Venezuela, Petróleos de Venezuela, S.A. (PDVSA), Petroquímica de Venezuela, S.A. (PEQUIVEN), BARIVEN, y Canadian Oíl Company de Colombia. SEO PROCURAMOS, proyectos, consultoría y asesoramiento internacional.


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