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La moralidad del capitalismo

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Enfoque Liberal

ENFOQUE LIBERAL – EL CANDIL – AÑO V – N° 240.-

Cuando se habla sobre economía, es muy común escuchar que esta es incompatible con la moral. Esto tiene su origen en una serie de principios y máximas tan arraigados en la cultura de las sociedades modernas que muchas personas aceptan esa supuesta incompatibilidad como algo evidente, por lo cual su reacción ante una opinión que contradiga tal afirmación tiende a ser entre burlesca y agresiva.

El gran problema con esa visión acerca de la economía y la moral es que se desentiende por completo de una sucesión lógica y necesaria entre ambos cuerpos de estudio. En ese sentido, la filosofía aborda el campo de la economía como una parte del estudio de la política, mientras que esta última requiere del previo estudio sobre la ética. No es posible iniciar un análisis ni llegar a una conclusión válida sobre un determinado sistema político-económico si no se tiene claro un criterio válido para determinar si es bueno o malo para el hombre y la sociedad; y esto es lo que enseña la ética.

Siguiendo un orden, el estudio filosófico inicia con el campo de la metafísica, en el cual se establecen los principios fundamentales sobre la existencia, el hombre y la relación entre ambos. Es aquí en donde se identifican aspectos fundamentales sobre este binomio, como la naturaleza del hombre (animal racional), la absolutez de la realidad objetiva (la existencia existe), la identidad única de los existentes (las cosas son lo que son), la primacía de la existencia (no está supeditada a la consciencia del hombre), entre otros, los cuales han sido objeto de diversos intentos de refutación, terminando todos en rotundos fracasos debido a la imposibilidad de contradecirlos (no es posible negar la existencia sin aludir a ella; no es posible negar la racionalidad del hombre sin llevar a cabo un proceso de razonamiento para llegar a dicha conclusión, etc.).

La epistemología toma la posta dejada por la metafísica, teniendo un contexto claro en dónde establecer sus pilares. Habiéndose identificado la naturaleza racional de la mente del hombre, se establece que la facultad de la razón es su característica distintiva y su medio para interactuar con los datos que recogen sus sentidos de la realidad. La formación de conceptos, la identificación de los existentes, los procesos de análisis y síntesis, de razonamiento y reflexión, de introspección y extrospección… todos son llevados a cabo por la facultad de la razón.

Teniendo un contexto (realidad) y los medios necesarios (razón y sentidos), es posible abordar el ámbito encargado del estudio de los valores y principios que determinan aquello que es bueno (moral) y malo (inmoral) para el hombre; es decir, la ética. Partiendo del irrefutable hecho de que la vida es el valor fundamental del hombre, en tanto en cuanto es lo que le permite existir, aquello que la favorezca será considerado como bueno, mientras que lo que la perjudique será malo para ella. Y aquí es que se presenta una de las mayores confusiones al respecto: creer que la expresión “lo bueno para la vida del hombre” significa que una persona puede recurrir a los medios que se le antoje, sin importar si se causa perjuicio a otros, con tal de satisfacer sus deseos; básicamente lo que enseña la máxima de Maquiavelo sobre que “el fin justifica los medios”. No puede haber nada más contradictorio que tal creencia. Ningún bien puede fundarse en el mal, de otro modo, no es un bien, sino un mal. Si aquello que perjudica la vida del hombre es lo malo, ¿cómo podría considerarse el perjuicio causado a unos por la satisfacción de otros sino como algo indudablemente malo? Las cosas son lo que son.

Ya establecidos con el conocimiento anterior, y teniendo en cuenta que el hombre no es un ser naturalmente asocial (de hecho, proviene de la unión de dos personas), se puede identificar dos aspectos ineludibles: la razón, facultad fundamental del hombre, su principal medio para vivir, funciona por gracia de la voluntad del individuo, lo que exige que este cuente con libertad para actuar, derivando esto en la identificación de la exigencias de su naturaleza racional, las cuales son protegidas por el concepto de “derechos”, que no son otra cosa que libertades para actuar en pro del desarrollo, sostenimiento y protección de su vida; y es a partir de la identificación de los derechos que es posible establecer reglas de convivencia (leyes) entre los hombres, por cuanto todos necesitan de los demás, tanto para salvaguardar sus derechos como para enriquecer sus vidas. La figura del Estado se erige como agente encargado de proteger los derechos del individuo por medio de leyes derivadas de estos, por lo que un actuar contrario a tal finalidad supone la ilegitimidad de dicha institución.

Llegados a este punto, se puede determinar que el hombre necesita vivir libremente para poder sostenerse e interactuar con sus semejantes, buscando cada uno su beneficio, al tiempo que, intencionadamente o no, favorecen a su contraparte. De igual forma, se infiere que dicha libertad no le da carta libre a ningún hombre para contravenir la libertad de los demás, puesto que, si un hombre tiene derecho a vivir libremente, también lo tienen todos sus congéneres. Cuando solo unos hombres tienen “derechos” que otros no poseen, en realidad se está hablando de privilegios. En tal sentido, la libertad establece que el hombre puede actuar en pro de su vida (y de la de otras personas, si así estas lo permiten), sin que nadie interfiera sin su consentimiento, pero al mismo tiempo sin interferir en las vidas de los demás sin el consentimiento de estas, siendo las únicas excepciones aquellas situaciones de emergencia en las que se requiere salvar la vida e integridad de alguien en peligro quien, por las circunstancias dadas, pueda no estar en las condiciones de consentir que otros interfieran.

El capitalismo, entendido como un sistema político-económico que, exigiendo la separación del Estado y la economía, aboga por las libertades individuales para que cada persona pueda actuar en su propio beneficio, pudiendo cooperar con sus semejantes en el contexto de un libre y voluntario acuerdo mutuo de búsqueda de beneficios, separados o en conjunto, es el único consonante con la naturaleza racional del hombre, con su vida, con su individualidad, lo que lo torna en un sistema moral y, en consecuencia, adecuado para la coexistencia en sociedad.

Más allá de los conceptos que algunos académicos han elaborado en el tiempo, los cuales tienden a mostrar al capitalismo como un sistema inmoral que únicamente favorece a los “ricos y poderosos”, como un medio para “explotar al proletariado”, e incluso como la vía libre para que esos “ricos y poderosos” puedan seguir “destruyendo el ecosistema” solo para seguir haciéndose ricos, lo cierto es que, por definición, nada, pero absolutamente nada de lo anterior tiene relación alguna con el capitalismo. De hecho, es contradictorio afirmar que un sistema que propicia la búsqueda del beneficio del hombre por medio de acuerdos voluntarios y el respeto por los derechos individuales pueda ser causante o aliciente de los abusos cometidos por malos elementos de la política y la sociedad, como lo son muchos gobernantes, empresarios y sindicalistas corruptos, sujetos que constituyen un lastre para la humanidad. La propia contaminación ambiental cometida por ciertos hombres industriales pudiera ser evitada con un establecimiento firme y claro de los derechos de propiedad, los cuales son parte de los derechos individuales, razón por la cual solo cabe que estos puedan operar en un contexto en el que no se respeten dichos derechos, siendo esto algo completamente incompatible con el capitalismo.

Las sociedades más desarrolladas del planeta son aquellas que cuentan o han contado con un grado de libertad mayor que el grado de control que ejerce el Estado sobre ellas. Y si bien es cierto que nunca se ha implementado un sistema capitalista totalmente fiel a su definición conceptual, es innegable que todas aquellas economías que han adoptado sus principios se han beneficiado enormemente. Por tanto, la búsqueda de la libertad, la cual, junto con el principio de los derechos individuales, es el eje central del capitalismo, es la única vía moral a seguir por todas aquellas sociedades y naciones que pretendan lograr mejores niveles de vida para sus hijos y generaciones venideras.

Enfoque Liberal

Concebido con el objetivo de difundir las ideas liberales en los distintos campos que rigen la vida del hombre, tales como la Economía, la Política, la Ética y la vida en sociedad. Las publicaciones que se realizan en esta página se basan en el conocimiento adquirido del estudio del Liberalismo Clásico, el Objetivismo y la Escuela Austríaca de Economía.

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