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La gran utopía

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CAMINANTE NO HAY CAMINO – FREDDY RIERA – EL CANDIL – AÑO II.

De la serie dedicada al economista austriaco Friedrich Hayek, y en particular a su obra más popular “El Camino de Servidumbre”, escrito en la Inglaterra de 1944, hoy traigo mi resumen del capítulo II titulado “La Gran Utopía”.

Como ya he comentado antes, esta obra fué escrita en momentos cuando Inglaterra y el mundo occidental estaban siendo peneradas peligrosamente por ideales comunistas, el cual lleva inexorablemente a un gobierno tiránico y totalitario, como ya, no solo lo advertía Hayek, sino que un considerable número de importantes estudiosos sociales de la época alzaban su voz de alerta. A continuación el resumen de este importante capítulo.

El socialismo tuvo sus orígenes en la Francia post revolucionaria y su bandera o estandarte era la proclamación de la libertad. Ahí radica precisamente la gran utopía. El socialismo nació como una reacción opuesta al liberalismo, luego los alemanes perfeccionaron esas ideas, siendo Marx, uno de ellos.

Todos los pensadores que abrazaron la idea del socialismo, y también aquellos que lo adversaron, se percataron tempranamente que la única forma de que un estado pudiera aplicar esas ideas era por la vía de un estado totalitario. Desde el estado embrionario del socialismo ya se podía percibir la naturaleza totalitaria de ese modelo y sin embargo, a pesar de que es imposible la libertad bajo un estado totalitario, alzaban como bandera el ideal de la libertad.

Nadie vio más claramente que De Tocqueville que la democracia, como institución esencialmente individualista que es, estaba en conflicto irreconciliable con el socialismo. Mientras la democracia extiende la esfera de la libertad individual, el socialismo la restringe, decía De Tocqueville en 1848. La democracia atribuye todo valor posible al individuo; el socialismo hace de cada hombre un simple agente, un simple número. 

Afirma Hayek que la democracia y el socialismo sólo tienen en común una palabra: igualdad. Pero adviértase la diferencia: mientras la democracia aspira a la igualdad en la libertad, el socialismo aspira a la igualdad en la coerción y la servidumbre. 

Los socialistas afirmaban que su modelo iba a ser el salto desde el reino de la indigencia al reino de la libertad. También afirmaban que el socialismo traería la libertad económica, sin la cual, la ya ganada libertad política «no tenía valor». 

No puede dudarse que la promesa de una mayor libertad se ha convertido en una de las armas más eficaces de la propaganda socialista, y yo le añado, la igualdad también. Pero los resultados muestran que en lugar de acabar con los problemas para los cuales el socialismo era la solución, este no hizo más que agrandar la tragedia, ya que lo que se prometió como el Camino de la Libertad y a la igualdad sería de hecho la Vía de la Esclavitud.

También afirma Hayek que la promesa de una mayor libertad e igualdad es responsable de haber atraído más y más liberales al camino socialista, de cegarlos para el conflicto de principios que existe entre el socialismo y el liberalismo, y de permitir que los socialistas usurpen a menudo el nombre propio del viejo partido de la libertad.

Escribiendo este artículo, vienen a mi memoria aquellos días cuando estudiaba Economía en la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de La Universidad del Zulia en Venezuela, ya que una cantidad muy importante de catedráticos eran de tendencia socialista, y en sus disertaciones se apreciaba claramente la defensa de ese sistema, por los ataques constantes hacia el modelo capitalista, que según ellos era el imperante en Venezuela y el causante de tanta pobreza y de tanta desigualdad social.

Pero resulta que, el modelo democrático con base en el imperio de la ley creado en Venezuela a partir de 1958 permitía que, en sus universidades gratuitas, financiadas en su totalidad por la renta petrolera, fueran todas de orientación socialista. Pero eso encajaba perfectamente con el modelo político Populista de Venezuela, encajaba con el modelo centralizado y partidista, muy propio del comunismo. Así que, aquello que los catedráticos comunistas de La Universidad del Zulia tanto rechazaban del modelo venezolano, era precisamente el resultado del modelo comunista que a ellos tanto les gustaba. Ni uno solo de esos profesores había conocido de cerca el comunismo cubano, ni el de La Cortina de Hierro, ni el ruso. Yo les llamaba “Comunistas de biblioteca”.

Refiere Hayek en este capítulo que importantes estudiosos de la época se vieron impresionados por la estrecha semejanza entre comunismo y fascismo. Mr. Max Eastman, viejo amigo de Lenin, se vio obligado a admitir que, «en vez de ser mejor, el stalinismo es peor que el fascismo, más cruel, bárbaro, injusto, inmoral y antidemocrático.

Pero además de la bandera de la libertad esgrimida por los socialistas, también enarbolan la bandera de la sociedad sin clases, es decir de la igualdad, pero resulta que para lograrlo es preciso abolir la propiedad privada, nacionalizar toda actividad productiva, y la colectivización de la economía, y eso es imposible lograrlo por vías democráticas y el único camino es el totalitarismo.

Mucho antes del colapso de la Unión Soviética, Peter Drucker afirmaba que el socialismo ruso es un fracaso absoluto con lo cual quedaba demostrado el completo colapso de la creencia en que son asequibles la libertad y la igualdad a través del marxismo. Rusia ha recorrido el camino hacia una sociedad no económica, puramente negativa, totalitaria, de esclavitud y desigualdad.

No es que comunismo y fascismo sean lo mismo en esencia. El fascismo es el estadio que se alcanza después que el comunismo ha demostrado ser una ilusión, y ha demostrado no ser más que una ilusión, tanto en la Rusia stalinista como en la Alemania anterior a Hitler.

Los ideales comunistas allanan el camino para que un joven puede convertirse en un nazi, o viceversa. Hoy en día se puede afirmar que esos ideales allanan el camino para el delito, la corrupción, el saqueo y el culto de antivalores. Entonces, tanto para los comunistas como los fascistas o nazistas, el enemigo real, el hombre con quien nada tenían en común y a quien no había esperanza de convencer, era el de pensamiento liberal.

El liberalismo tiene, pues, el mérito de ser la doctrina más odiada por Hitler.  Debe añadirse que, cuando Hitler llegó al Poder, el liberalismo había muerto virtualmente en Alemania. Y fue el socialismo quien lo mató.

Es imposible combinar socialismo y libertad, o socialismo y democracia o socialismo y capitalismo. En tanto estas conexiones imposibles, así como la afirmación de “socialismo democrático”, se puede asegurar que es la gran utopía de las últimas generaciones.

No sólo por imposibles, sino que el empeño de alcanzarlo produce resultados sumamente distintos a lo que promete.

Naples-Florida-EEUU

15 de diciembre de 2019

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