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La generación del 28. Parte I

La Semana del Estudiante.

Con una velada literaria, la coronación de una reina y la lectura de un poema empieza la historia de una generación

Ramón J. Velásquez

Con estas sabias palabras, el historiador Ramón J. Velásquez caracteriza el nacimiento de lo que habría de conocerse como “Generación del 28”.

Comenzaba el año 1928 y con mano dura seguía gobernando en Venezuela el general Juan Vicente Gómez. Era el último año de su tercer período presidencial (1922-1929), que ejercía directamente desde su residencia en la ciudad de Maracay, con un vicepresidente residente en Caracas: su hijo José Vicente Gómez, quien además era Inspector General del Ejército.

Se acercaba la temporada de Carnaval y los jóvenes universitarios agrupados en la Federación de Estudiantes de Venezuela (FEV) presidida por el entonces estudiante de derecho, Raúl Leoni y cursantes en las pocas carreras que entonces se dictaban en la Universidad Central de Venezuela, idearon aprovechar las venideras fiestas para realizar diversas actividades recreativas y culturales con la finalidad de recaudar fondos para la construcción de la Casa del Estudiante, iniciativa que ayudaría a los estudiantes de menores recursos provenientes del interior de la República.

Con mucho entusiasmo los jóvenes prepararon su celebración, elaboraron el programa de actividades que incluía discursos, veladas literarias, bailes y hasta una becerrada; seleccionaron a los oradores que intervendrían en los actos programados y eligieron a la joven Beatriz Peña como su reina del Carnaval, quien decretó el uso obligatorio de la boina azul y del botón de la Federación de Estudiantes como distintivo de sus leales y entusiastas súbditos universitarios.

Y llegó la fecha esperada. El lunes 6 de febrero se dio inicio a la Semana del Estudiante, que comenzaría en el Panteón Nacional, se prolongaría con diversas actividades a lo largo de la semana y culminaría con un baile de gala el domingo 12.  Pero no todo salió como estaba planeado y los festejos juveniles concluyeron en un enfrentamiento con el dictador Juan Vicente Gómez.

Ese lunes 6 de febrero tal como estaba previsto, comenzaron los actos. Los jóvenes, ataviados con su boina vasca azul que desde algún tiempo habían acogido como distintivo de la juventud universitaria y luciendo en la solapa el botón distintivo de la FEV, desfilaron hacia el Panteón Nacional donde el estudiante de 2º año de Derecho, Jóvito Villalba pronunció encendido discurso, que finalizaba con una oración:

¡Padre Nuestro Simón Bolívar, Padre Nuestro Libertador, cómo han puesto los esbirros, tu Santiago de León!

Jóvito Villalba

A continuación, la reina de los estudiantes, Beatriz I, colocó una ofrenda floral ante el sarcófago del Libertador.

Luego se dirigieron a la casa natal de Andrés Bello, donde colocaron otra ofrenda floral y el estudiante de Derecho, Rafael Angarita Arvelo dio un discurso. De allí fueron a la plaza de La Pastora, en donde otro estudiante de Derecho, el poeta Joaquín Gabaldón Márquez, concluyó los actos de esa mañana con un discurso ante la estatua de José Félix Ribas.

Alegres y bulliciosos, los estudiantes escoltaron a la reina Beatriz hasta su casa, siempre cantando el Sacalapatalajá ¡Cigala y Balaja!, especie de himno estudiantil, que más allá de la medianoche, junto a movimientos arrítmicos del cuerpo acompañaba las noches de farra estudiantil, canto que se puso de moda durante la Semana del Estudiante. 

Hacia el mediodía de ese día, un grupo de estudiantes exaltados comentaban los discursos de la mañana y uno de ellos, Guillermo Prince Lara protagonizó un acontecimiento decididamente provocador, y con …certera pedrada volviéndola añicos…, destruyó la placa que en honor al presidente Gómez, se había colocado en el Instituto Anatómico de la Escuela de Medicina de la UCV. Otra versión consultada ubica este suceso el día lunes 13, ya finalizada la Semana del Estudiante.

Esa misma noche del lunes 6 la cita fue en el Teatro Municipal de Caracas, donde entre música, cantos y poesías …se llevó a cabo la Gran Velada de Exaltación al Trono de la señorita Beatriz Peña como Reina de los Estudiantes.

Luego de escuchar la marcha “La Universidad”, de Pedro Elías Gutiérrez y el “Himno de los Estudiantes”, de Juan Bautista Plaza, el estudiante Jacinto Fombona Pachano leyó su Canto a la Reina; el estudiante José Oropeza dio el discurso de entronización y le entregó el botón insignia de la Federación de Estudiantes de Venezuela; el poeta y antiguo exiliado político y uno de los introductores del comunismo en Venezuela, José Pío Tamayo, declamó su poema “Homenaje y Demanda del Indio”; y el estudiante de Derecho, Raúl Leoni, presidente de la FEV, coronó a Beatriz I, como reina de los carnavales estudiantiles.

Para entonces, ya corrían insistentes los rumores de una presunta orden de detención de los estudiantes, ante lo cual, para averiguar la situación, el presidente de la FEV, Raúl Leoni, se presentó ante el Prefecto de Caracas, quien lo tranquilizó y le dijo que todo marchaba bien.

En la tarde del miércoles 8, según cuenta uno de los principales protagonistas de la Semana, Rómulo Betancourt, se realizó una velada literaria en el Teatro Rívoli con la participación de varios estudiantes. Abrió el acto, Miguel Otero Silva; le siguió Noriega Trigo quien recitó un poema sobre el dolor zuliano por su lago crucificado de taladros y manchado de petróleo; el estudiante Aveledo Urbaneja leyó un poema de Fernando Paz Castillo; Antonio Arráiz hizo el elogio a La boina del estudiante, como “mensajero de la nueva esperanza”; y Pío Tamayo y Jacinto Fombona leyeron poemas líricos. Luego intervino el poeta Gonzalo Carnevali recién salido de cuatro años de cárcel; y clausuró el acto el estudiante de segundo año de Derecho, Rómulo Betancourt, quien disertó sobre “La juventud independiente de Caracas.

Al día siguiente del recital literario, el jueves 9, en represalia por el comportamiento estudiantil, el gobierno destituyó al Rector de la universidad, Diego Carbonell, quien fue sustituido por Juan Iturbe.

Según escribió Betancourt, el viernes fue una celebración campestre con la becerrada anunciada; el sábado una batalla floral en las calles de la ciudad; y más tarde, la caravana de carros tuvo que desplazarse a las calles de la urbanización El Paraíso, debido a que el desfile oficial de Carnaval, ocupaba las principales vías de la ciudad. Según otra versión, durante estos días se realizó un brindis en el Salón de Bailes “Lion Doré” y una apetitosa ternera en el “Club Atlético” de El Paraíso. Ambas versiones coinciden en que el domingo 12, en el Club Venezuela, se clausuraron los actos con un baile en honor a la reina Beatríz I.

Hasta aquí llegaron los actos estudiantiles narrados un año después, en 1929, por dos de sus protagonistas, Miguel Otero Silva y Rómulo Betancourt, en el folleto: “En las Huellas de la Pezuña”, quienes reconocen que la Semana del Estudiante logró la cohesión estudiantil en una causa común, quienes hasta entonces habían estado artificialmente separados en las diversas Escuelas de la Universidad, como si fueran compartimientos estancos.

A los ojos del régimen, los discursos estudiantiles fueron considerados “inconvenientes” así como la participación de Pío Tamayo y su poema “subversivo”. Tanto los discursos juveniles como el acto “irrespetuoso” de Prince Lara habían llamado la atención del régimen y provocaron que el día martes 14, fueran apresados los cabecillas de la celebración: José Pío Tamayo, Guillermo Prince Lara, Jóvito Villalba y Rómulo Betancourt quien en la cárcel cumplió sus veinte años; y fueron encerrados en el cuartel de El Cuño en Caracas, que la picaresca caraqueña había bautizado como “Pensión Táchira”.

Ante la arbitrariedad gubernamental, los estudiantes se declararon en riguroso duelo, la reina Beatriz I y toda su corte solicitaron al gobernador Velasco la libertad de sus súbditos y Angelina (Lilina Iturbe), futura esposa del poeta Andrés Eloy Blanco, renunció a su cetro de reina del Carnaval.

El viernes 17, ante lo infructuoso de las diligencias hasta entonces realizadas, la Federación de Estudiantes (FEV) envió un telegrama al dictador para notificarle la exigencia que habían hecho a la máxima autoridad del Distrito Capital, petición que fue complacida esa misma noche llevando a 17 estudiantes a la cárcel de El Cuño, entre ellos a Raúl Leoni presidente de la FEV.  He aquí el telegrama de la Federación de Estudiantes:

Caracas, 17 de febrero de 1928

Señor General Juan Vicente Gómez.

Maracay.

En esta misma fecha nos hemos dirigido a la Primera Autoridad de este Distrito en los términos siguientes:

“Los estudiantes universitarios, agotados todos los recursos para el logro de la Libertad de las personas detenidas con motivo de la Semana del Estudiante, y animados del más ardiente espíritu de confraternidad, excitamos a las Autoridades del Distrito Federal, a reducirnos a prisión en el término de la distancia, para compartir con nuestros compañeros su dolorosa situación.

Los estudiantes que no estén de acuerdo con la presente determinación, depondrán la Boina Azul y la insignia de la F.E.V.

Tal irrevocable determinación desmiente de la manera más elocuente la falsa acusación que pesa sobre nosotros: de que nuestros festejos encubrían planes políticos”.

La insólita y valiente actitud estudiantil despertó a la adormecida sociedad, que entusiasmada les apoyó con huelgas espontáneas de empleados en Caracas, Valencia, Maracaibo y otras ciudades:

Los empleados de Farmacia nos declaramos solidarios de la digna actitud asumida por los estudiantes de la Universidad y por lo tanto pedimos a usted se nos reduzca a prisión”.

También los Empleados de Comercio e Industrias expresaron su protesta:

“…No vemos un motivo justificado de la prisión de nuestros vigorosos y jóvenes compatriotas, los Estudiantes Universitarios de Venezuela, y por esto no podemos permanecer callados ni indiferentes ante el dolor de aquellos que son el alma de la patria en el futuro. Pedimos pues la libertad o se nos destine a nosotros las mismas penas…”.

En el curso del día siguiente, se realizó la entrega voluntaria de los estudiantes y empleados a las autoridades policiales en solidaridad con sus compañeros detenidos.  En total, 214 estudiantes fueron trasladados al Castillo Libertador, donde permanecieron hasta el 5 de marzo de 1928. La población de los pueblos vitoreó el paso de la larga fila de camiones que conducían a los estudiantes detenidos a la prisión en la ciudad de Puerto Cabello.

Cantando su jactancioso himno sacalapatalajá, que en tiempos más felices entonaban para acompañar sus noches de parranda juvenil, hicieron el trayecto en los botes que los condujeron desde Puerto Cabello al islote donde se alzaba el Castillo Libertador.

Varios días después, las largas jornadas de hambre, sed y trabajo forzado bajo el inclemente sol porteño, se vieron interrumpidas por la llegada de otro grupo de estudiantes y del venerable don Rafael Arévalo González y los generales Fernando Márquez y Carmelo Castro, quienes habían sido detenidos por exigir su liberación.

Poco después llegó un emisario del gobierno, el coronel Hugo Fonseca Rivas, Jefe Civil de Maracay, quien traía la misión de hacerles firmar una carta de arrepentimiento solicitando el perdón del dictador, lo que unánimemente los estudiantes rechazaron. Después de ese intento fracasado, fueron liberados.

Luego de 20 días detenidos, el dictador cedió a las peticiones para su liberación y el 5 de marzo fueron liberados la mayoría de estudiantes y empleados que voluntariamente se habían entregado a las autoridades. En el Castillo Libertador, entre otros, quedó Pío Tamayo, quien permaneció prisionero hasta diciembre de 1934 cuando fue liberado para que, gravemente enfermo, fuera a morir en su casa.

Por causa de la celebración de la Semana del Estudiante, una generación de jóvenes había entrado a la historia, al convertir los no tan ingenuos actos literarios en justa y apasionada protesta contra un régimen despótico. La festividad estudiantil rompió la quietud que, bajo la consigna de Unión, Paz y Trabajo, la dictadura gomecista había impuesto a la sociedad venezolana, osadía que el presidente, general Juan Vicente Gómez, respondió llevándoles a la cárcel.

Pero la historia no acabó con su liberación…

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Bibliografía recomendada.

BETANCOURT, Rómulo. Dos meses en las cárceles de Gómez.  Internet.

Antología Política de Rómulo Betancourt, 1928-1935. Tomo I. Caracas. Fundación Rómulo Betancourt.

CONGRESO DE LA REPUBLICA (Compilador Naudy Suárez). La oposición a la dictadura gomecista. El movimiento estudiantil de 1928. Caracas. Colección Pensamiento Político Venezolano del Siglo XX. Documentos para su Estudio. Vol. 10, 1983.

OTERO SILVA, Miguel y Rómulo Betancourt “En las Huellas de la Pezuña”. Internet.

REPUBLICA DE VENEZUELA.SECRETARIA DE LA PRESIDENCIA. Boletín del Archivo Histórico de Miraflores. No. 30. Caracas, mayo-junio 1964. Año V.

TORREALBA LOSSI, Mario: Los años de la ira. Una interpretación de los sucesos del 28. Caracas. Editorial Ateneo de Caracas, 1979.

Monterrey – Estado de Nuevo León – México

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