En las palabras de Confucio encontramos la semblanza de la familia al expresar que una casa será fuerte e indestructible cuando esta sostenida por estas cuatro columnas: padre valiente, madre prudente, hijo obediente, hermano complaciente.

Para dar comienzo a esta reflexión, lo haremos revisando el inicio de la vida, con la acción del corte del cordón umbilical al nacer para separarnos de la madre, pero la vida se une a la familia con un proyecto de vida en común que implica la convivencia, generándose la crianza de los hijos en medio de las relaciones entre los padres.

En la primera etapa de la infancia experimentamos el inicio del aprendizaje, proceso mental de los seres humanos de forma rutinaria, ya que se comienza a reunir la información, interviniendo en esta etapa la curiosidad, la experiencia de las vivencias que vamos obteniendo poco apoco, necesidades y dudas, más sin embargo también se aprenden los valores que son la base para la enseñanza superior.

El inicio de los andares en esta vida es diferente en cada caso, marcado por la situación en la que se encuentren los padres como pareja y su desenvolvimiento como responsables de la formación de los hijos, donde la cultura, la religión, las creencias y los hábitos, pasan a formar parte de los valores que se inician y se desarrollan con nuestras vidas, constituyen  el principio de la existencia misma.

Al llegar a la escuela nos enseñan el significado básico de la familia, diciendo que es la célula fundamental de la sociedad, concepto repetido en forma memorística, aunque la poca madurez de las mentes infantiles, obviamente no entienden el sentido analítico pero si hay una intuición para comenzar a formar el apego por los valores transmitido en el seno familiar por ello la humanidad descansa en ella, el desarrollo integral de las personas, sobre todo porque es el grupo primario u originario del progreso humano.

Los valores como noción, es trascendental por su connotación conceptual, pero significativa para el desenvolvimiento de nuestras vidas en sociedad, proyectándose al pasado, presente y futuro.  Para buscar la exactitud de una definición apropiada se puede considerar la correspondiente por Ander-Egg (1991) que sustenta los valores desde tres perspectivas y las cuales son:

La primera de esta perspectiva está basada en el lenguaje común y corriente, hace referencia al concepto del  valor, como una “cosa”, razonada como “precisa”, por ello cuando crecemos buscamos ansiosamente lo que pretendemos, pudiera ser un carro, un alimento, una prenda de vestir, una empresa, un trabajo o un título universitario, siendo para nosotros lo justo, lo exacto o lo correcto. Entonces lo curioso es decidir la “cosa” y además como conseguirla, actitud esta que también es cuestión de lo aprendido en el seno familiar y será una disposición individual.

La segunda el autor sugiere, la concepción del valor desde el punto de vista psicológico, explica por su parte que es una cualidad del ser humano; es una actitud valiente y serena. En este matiz se puede pensar en la percepción del ser humano, la cual tiende a mostrar el coraje y la entereza frente a las diversas situaciones a enfrentar; por ejemplo la voluntad para defenderse cuando está en peligro, asumir una idea conflictiva o un comportamiento fuera de la norma y la impavidez que puede mostrar en ciertas circunstancias de cualquier índole, caracteres vinculados a lo asimilado en las relaciones familiares, no obstante también se actúa según las actitudes personales, intuiciones e intereses del propio individuo.

La filosofía es la ciencia que sostiene la tercera y última perfectiva de Ander-Egg (1991), sobre la cual señala que los valores contribuye al perfeccionamiento de los seres humanos a través del desarrollo de sus capacidades y de sus potencialidades, mediante las relaciones con otros seres humanos, son los valores de lo justo y lo moral. En esta  perspectiva encontramos el cimiento de la vinculación de los hijos formados en el seno  familiar con su mundo circundante y la ilustración la vemos cuando actuamos frente a un semejante, se debe llegar a un entendimiento de acuerdo a la justicia y a la moralidad, dos principios fundamentales, necesarios e importantes en la sociedad, además su sentido proviene de las enseñanzas de los padres y de sus ejemplos.

En la sociedad actual encontramos a familias bien estructuradas y otras que por alguna circunstancia han sufrido una lesión en su conformación, lo significativo es que los valores descansan en las primeras lecciones que se deriva del seno familiar, ahora bien los hijos toman decisiones en sus actuaciones en algunos casos no es responsabilidad de la familia, ya que los valores también tienen un significado para cada individuo.

En una sociedad que ha evolucionado hacia la supremacía de la individualidad, la familia se ve amenazada por componentes que son creados por la razón del hombre para satisfacer las necesidades de la humanidad, enlazados a status políticos, económicos, sociales, además por los avances tecnológicos, estos elementos nombrados por si solo no son malos, porque si los individuos los alcanzaran en sus metas, contaríamos con sociedades progresadas y la tecnología estaría plenamente al servicio de la humanidad.

Pensando en los deseos de los hijos relacionados con sus valores, entendiendo como cualquier “cosa”, necesaria en su vida y para lograrlo deberían tener una actitud valiente y serena a fin de conseguir sus metas, en sus relaciones sociales, tendrían que comportarse con justicia y moralidad, es evidente los miembros familiares se sentirían felices, si sus hijos logran satisfacer sus necesidades.

Desdichadamente existen algunos logros que ponen en riesgos a los hijos, en los casos donde lo prioritario es alcanzar los status más relevantes en los escenarios políticos, económicos y sociales; ellos desean “cosas” que no son saludable para su bienestar, y menos “precisa” en su vida; para su obtención muestran antivalores de la valentía, la serenidad, la justicia y lo moral, sus actos quedan entendidos de acuerdo a los interés individuales, aunado al mal uso de los avances tecnológicos cuando se generan por ejemplo; delitos informáticos.

En nuestros días la familia se enfrenta a flagelos como la droga, la promiscuidad, la prostitución, la corrupción para cometer actos ilegales e impunes, por lo tanto la familia fracasa como trasmisora de los valores. Lo ideal es la realización de los hijos por medio del alcance de objetivos claros e importantes para su bienestar y desenvolvimiento, logrando sus metas, que sean valientes y serenos, enfrentando las adversidades, guiados por la justicia y la moral en sus actuaciones.

Los hijos como baluarte de la familia están en la capacidad plena para conquistar los status, alcanzando la compensación individual y para el bien común, pudiendo conseguir cargos políticos con honestidad, desempeñar responsabilidades económica en cualquier campo y obtener una retribución decorosa, reconocidos con honorabilidad en correspondencia al desempeño de sus roles ante la sociedad, respetando y guiándose por los valores.

Para finalizar esta meditación, el Papa Juan Pablo II (1920-2005) dijo en sus sabias palabras: “La  familia es base de la sociedad y el lugar donde las personas aprenden por vez primera los valores que les guía durante toda su vida” 

Dedicado A: Alida Rita Quintero de Quijada (1939-2019), Mi Madre, el Orgullo Magnánimo de mi Vida .

Cabimas-Estado Zulia-Venezuela

Domingo, 10 de mayo 2020