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Elecciones USA 2020 : Entre el manicomio y el sanatorio

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GUSTAVO CORONEL.- El Candil Pedregalero – Año II – N° 73 – Domingo, 09 de agosto 2020.-

A medida que nos acercamos al momento de las elecciones presidenciales en los Estados Unidos  se hace cada vez más aparente para los millones de electores  no contagiados por la pandemia del fanatismo que la elección tendrá que ser entre una continuación del camino que ha marcado Donald Trump, el cual conduce al manicomio y un desvío de ese rumbo liderado por Biden, hacia una senda caracterizada por el desmantelamiento del  trumpismo y por una mezcla de  políticas económicas y sociales de corte “socialista”, vía que parecería conducir a un sanatorio a un país severamente afectado en su vida emocional.  

Para las mayorías estadounidenses ninguna de las dos alternativas luce  ideal.  De un lado, Donald Trump, ya ampliamente conocido por el país con sus defectos y del otro lado , Joseph Biden, parcialmente conocido por su actuación como vicepresidente durante la administración de Barack Obama pero no conocido todavía como jefe de estado.

Las dudas sobre quien es Donald Trump prácticamente han desaparecido durante estos cuatro años en los cuales ha sido presidente de los Estados Unidos. Quienes votaron por él en 2016 y lo han visto actuar han tenido amplia oportunidad para confirmarle su apoyo o arrepentirse de haber votado por él. Para estas nuevas elecciones Trump no ha presentado, que sepamos, una plataforma electoral formal. Parece claro que lo que propone Trump es seguir siendo Trump, con todo lo que ello significa para el futuro del país y –dada la importancia de los Estados Unidos – para toda la humanidad. Su plataforma electoral puede reducirse a una frase: Seguiré siendo Trump y, si gano, seré más Trump que nunca.

¿Qué puede esperar el país y el mundo de su re-elección? Una profundización de lo que han sido estos primeros cuatro años. Sin juzgar el valor de sus políticas, ellas han exacerbado las diferencias entre los estadounidenses, han dividido al país entre “patriotas” y globalistas; entre conservacionistas y quienes no creen en el calentamiento global; entre nacionalistas e internacionalistas; entre “progresistas” y “supremacistas blancos”; entre quienes usan mascarillas como protección contra el virus y quienes las consideran dañinas; entre quienes guardan distancia social y quienes celebran fiestas para infectarse; entre quienes escuchan al Dr. Fauci y quienes escuchan al presidente; entre quienes usan carbón y quienes usan energía solar. En fin, sus políticas y actitudes han generado una radical escisión ciudadana que va más allá de lo nacional para extenderse al planeta. Ninguna presidencia había polarizado tanto a la nación estadounidense. El bipartidismo que existía en presidencias pasadas, como en los tiempos de Reagan o de Kennedy, ha desaparecido para dar paso a una agria y perenne confrontación.

Esta agria y perenne confrontación está motorizando el escenario electoral de 2020.  La plataforma electoral del partido demócrata que conocemos, aunque no formalmente aprobada todavía, existe como documento de unas 80 páginas, ver: https://www.demconvention.com/wp-content/uploads/2020/07/2020-07-21-DRAFT-Democratic-Party-Platform.pdf. Al leerlo es aparente que ha sido el producto de negociaciones intrapartidistas entre el candidato Joseph Biden y el derrotado pre-candidato Bernie Sanders. El documento está significativamente influenciado por las ideas “socialistas” de Sanders. Escribo “socialistas” entre comillas porque este es un término adulterado por el fanatismo extremista (como ha sido adulterado el término “bolivariano” por el fanatismo extremista venezolano)  y no creo que ya sea posible utilizarlo libremente sin condicionar de cual socialismo se trata. Por ejemplo, parece existir un socialismo a lo escandinavo y un socialismo a la cubana. Fidel Castro, en sus últimos meses de vida, dijo que para él no había diferencia alguna entre socialismo y comunismo, que eran la misma cosa y que – en Cuba – ese sistema había fracasado.  En contraste, en los países escandinavos existen políticas “socialistas” de significación, es decir, de protección ciudadana por parte del estado, las cuales coexisten con un exitoso sistema capitalistas y una buena dosis de sentido común. Aunque el “socialismo” a la escandinava ha sido objeto de críticas que lo consideran un mito, ver, por ejemplo: https://fppchile.org/wp-content/uploads/2016/03/El-poco-excepcional-modelo-escandinavo.pdf,  lo cierto es que ese es el “socialismo” que los demócratas dicen apoyar para los Estados Unidos. El trumpismo rechaza esta pretensión y habla de un intento de los demócratas de ir abiertamente al comunismo, con todo lo que esto significa en términos de pérdida de la democracia y de la libertad.

La plataforma electoral del partido demócrata que comentamos está esencialmente basada en: (1),  el desmantelamiento del aparato político construido por Trump, eliminar todo lo que Trump había montado, de la misma manera que Trump basó sus políticas en desmontar todo lo que Obama había montado y, (2), acentuar el componente “social” de las políticas de estado en lo relacionado con educación, salud, impuestos, ambiente, raza, inmigración  y otros temas fundamentales para la vida en común.  

En mi apreciación, esta plataforma electoral del partido demócrata tiene demasiada influencia de Sanders. Creo que Biden no estará obligado en lo absoluto a aprobarla, ya que está claro que él ganó la candidatura presidencial, no Sanders. No hay duda, sin embargo, que la presidencia de Biden se vería influenciada por la presión radical del grupo Sanders.

Yo debo decir, en este punto, que no me gusta Sanders ni lo que él representa. Aunque él insiste en que su “socialismo” es a la escandinava y no a la cubana, ha exhibido históricamente una admiración malsana por Castro y por Chávez.  Considero esa admiración incompatible con la vida en democracia y en libertad.

En todo caso, esa parece ser la mesa que estará servida para noviembre de este año. Las dos alternativas presentan un riesgo y son, tristemente, un reflejo de la declinación social y política estadounidense.

¿Podrá este maravilloso país recuperarse para llegar a ser, de nuevo, faro de libertades, de sensatez, de aquellas cualidades de sus gentes  que tanto admiró De Tocqueville, lo que él llamó “las costumbres del corazón”?  

NOTA: Tomado del Bog “Las armas del Coronel” con autorización de su autor.

Virginia – EE.UU

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