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El hombre en sí.

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Por Ricardo Bulmez

A todo ser vivo que se llame humano.

El hombre en sí no tiene ningún valor, considerado desde un punto de vista biológico o material es muy poca cosa. Está compuesto de millones de células y neuronas, unos cuantos kilos de carne, huesos, nervios, gases, unos cinco litros de sangre y de todos los demás órganos que lo animan. Esto es el hombre en sí.

Mucha gente quisiera comprar algún animal para transportar cosas pesadas, otras para comérselo, para tenerlo como mascota o venderlo como mercancía; a cualquiera le gustaría poseer una máquina que tenga usos múltiples y adquirir árboles que servían para hacer casas, muebles y muchas otras cosas. Los animales y las cosas materiales tienen más valor económico que persona alguna.

¿Para qué entonces quieres comprar un hombre? Si, hubo un tiempo, el de la esclavitud social, en el cual los seres humanos se compraban y se vendían; por ellos se pagaba el mismo precio que por un animal, una máquina, un árbol o por cualquier cosa útil. Pero hoy el hombre en sí no tiene valor como mercancía… porque la esclavitud se acabó. Por lo tanto, la importancia del hombre no está en su valor económico sino en otro aspecto más profundo.

Por mucho dinero que tú tengas en el banco no superarás el número de las estrellas en el cielo, no tendrás tanta cantidad de dólares como astros en el firmamento, los cuales no se pueden contar. Un día, Dios dijo a Abraham: “Levanta los ojos al cielo y cuenta las estrellas, si puedes”. Abraham no pudo, cada rato tenía que comenzar de nuevo porque pedía la cuenta. En el espacio sideral hay más de 60 millones de galaxias y cada una de ellas con millares incontables de estrellas, solamente la Vía láctea, que es nuestra galaxia y no es de las más grandes supera los cien mil millones de estrellas, ningún magnate y poderoso las puede comprar, ni que se las pongan a dólares cada una.

¿Dónde está hombre, tu poder y tu riqueza que ni siquiera un pequeño lucero puedes adquirir? Los pajaritos, los insectos y todos los seres que vuelan son más ricos que todos los hombres, como dice Jesucristo: “Miren cómo las aves no siembran, ni cosechan, ni tienen graneros y las alimenta el Padre del cielo”.

También los bosques están repletos de una variedad inmensa de colores, formas y tamaños convertidos en flores que superan a los hombres en exuberancia. Las plantas, los árboles y toda la vegetación están llenos de vida, se multiplican y se ponen el mejor traje y con encajes sin inquietarse. “¿Por qué preocuparse por la ropa? ¡Miren cómo crecen los lirios del campo!, no trabajan, ni tejen, pero créanme que ni Salomón con todo su lujo se puso traje tan lindo” En la naturaleza todo es sabiduría, belleza, justicia y armonía… ¡un equilibrio perfecto! Las avecillas encuentran siempre alguna semillita para comer y no tienen problemas de “vivienda”. Este equilibrio se haría pedazos el día en que algún pajarito invente un sistema económico injusto, ambicioso y egoísta; organice un partido político sectario, oportunista y fanático; funde una religión con odios, faltas de alegría y de perdón.

Entonces habría pajaritos con nidos lujosos y otros sin árboles en donde cuidar sus crías, las pajitas y ramitas estarían inalcanzables por sus altos precios, y el águila con su abuso de poder almacenaría sin compartir todos los granos alimenticios; el conejo y la mariposa se odiarían, y cada especie defendería a muerte a su propio Dios. Pero no nos preocupemos, ya los humanos nos “adelantamos” a todos los animales. Por mucho que el hombre piense, por mucho que estudie y amontone ideas, no por eso se acerca a la felicidad, pues su valor no lo consigue en su prestigio ni en sus logros intelectuales; cualquier animal vive mejor que él, aunque no tenga ninguna idea.

Por otra parte, que el hombre sea bueno no es suficiente, los corderos y los becerros lo superan en humildad y bondad, y si de conseguir virtudes se trata busquemos entonces a un Dios, no a un mortal. Ser “buena gente” no basta, los bondadosos dejan que la humanidad se caiga y no hacen nada, son espectadores pasivos, quejosos e indiferentes de la historia.

¿De qué te sirve ser “santo” si no enciendes la hoguera del amor? ¿De qué te sirve ser un “ángel” si no contribuyes a salvar y a arreglar este mundo? Lamentablemente la gente mala y perversa actúa más que los buenos, desgraciadamente la mayoría de las grandes decisiones están en manos de los malos porque los buenos “no se meten en eso”, mientras los que siguen el mal ponen todo “patas arriba” y destruyen la faz de la tierra, los buenos se lamentan; hacen más los malos por destruir que los buenos por construir.

El mundo no es de los buenos ni de los malos sino de los justos y de los valientes, pero los que buscan la justicia cuando prenden la chispa de una auténtica y gran revolución son perseguidos por “los demonios malos” y criticados por “los dioses buenos”. La supremacía del ser humano no está en los campeonatos olímpicos de carreras de velocidad, salto o natación porque cualquier caballo con su galope lo supera y no hay como la liebre si de brincar se trata, y al pez nadie le gana una competencia bajo el agua. Ellos son los auténticos y verdaderos campeones.

Por otra parte, la hombría no se mede por el poder y el tamaño sexual porque en eso no consiste ser macho, si así fuera, entonces el burro sería el más macho de todos, cualquier hombre que se coloque a su lado se ve ridículo, pues, el asno tiene más potencia viril que ninguno. Y si a estatura vamos, ahí tenemos a la jirafa que es capaz de alcanzar el fruto del árbol sin necesidad de utilizar escaleras.

Algunas personas se ufanan por su agresividad:“¡Yo tengo mi carácter!”. Dicen; sin embargo, el tigre de bengala supera al hombre en fuerza, carácter y violencia. Por lo tanto, por aquí tampoco encontrarás tu valía. Aún con todo esto, el ser humano es superior a todos los animales, vegetales y minerales porque ellos son criaturas del Creador, en cambio el hombre es hijo… ¡Sí, somos hijos de Dios! El hombre está en la memoria y en el corazón de Dios, el Padre del cielo se acordó del hombre y lo amó de una manera particular, especial y espectacular.

Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza, somos un poquito inferiores a los ángeles y casi iguales a él mismo. Por eso Cristo murió por todos los hombres, no por los grillos, los arrendajos, las hormigas y las hierbas del monte, los animales y las plantas no necesitan salvación porque ya están salvados y realizados.

En cambio, los humanos necesitamos a Dios como un niño necesita a sus padres, tenemos tal categoría que todo un Dios se entregó por nosotros en una cruz. Por eso el salmista, lleno de admiración ante esta realidad, se preguntaba: ¿Qué tiene el hombre para que Dios lo persiga para amarlo? ¿Por qué le dio tanto poder y lo coronó de gloria y de esplendor? Y puso bajo sus dominios a todos los demás seres.

El Salmo 8 nos recuerda esta bella verdad: “Apenas inferior a los ángeles lo hiciste, coronándolo de gloria y de esplendor; le hiciste Señor de las obras de tus manos, todo fue puesto por Ti bajo sus pies: ovejas y bueyes, todos juntos, y aun las bestias salvajes, y las aves del cielo y los peces del mar, que surcan las sendas de las aguas” Sí, en Dios está el gran valor del hombre no en sí mismo, el valor del hombre está en aquellas ideas que sean utilizadas para su bien y el de los demás. El ser humano vino a este mundo para ser superior a todos los demás seres vivos, pero esta superioridad se logra viviendo con intensidad los valores espirituales que todas las criaturas juntas no tienen ni pueden alcanzar.

Aquí está la superioridad del hombre: En la justicia, si se dice la verdad, Se dará cuenta de que es igual a todos sus hermanos. En la paz, si perdona y olvida las ofensas, porque es la experiencia más dulce y placentera que existe. En el amor, si se da y apoya los proyectos más nobles Y se da a los demás, porque el hombre no está solo. En la libertad, si se acepta a sí mismo y al otro, Porque así vislumbra caminos nuevos.

La gran supremacía del hombre está en aquellos valores espirituales que sea capaz de conquistar.

NOTA: Tomado del libro “El arte combinar el SI con el NO” con la autorización de su autor El Padre Ricardo Bulmez.

Coro-Estado Falcón-Venezuela

Sábado, 4 de julio 2020

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