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El depredador de la ventana rota-César Rengifo

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Por César Rengifo

El depredador de la ventana rota. El Candil

En algún momento hemos oído hablar de la “ Teoría de la Ventana Rota ”, experimento de psicología social, que realizo el Prof. Phillip Zimbardo de la Universidad de Stanford (EEUU), en Dejó 2 autos abandonados en la calle, uno en un barrio, del Bronx, por entonces una zona pobre y conflictiva de Nueva York y el otro en Palo Alto, una zona rica y tranquila de California.

Resultó que el auto abandonado en el Bronx comenzó a ser canibalizado; inmediatamente, y el de Palo Alto que ya llevaba una semana impecable, los investigadores le rompieron un vidrio del automóvil, y en pocos días se desató el mismo proceso que en el Bronx, y redujeron el vehículo al mismo estado en que quedó el del barrio pobre.

La explicación del autor del estudio fue que, un vidrio roto en un auto abandonado transmite una idea de deterioro, de desinterés, de despreocupación que va rompiendo códigos de convivencia, como de ausencia de ley, de normas, de reglas, como que “vale todo”.

Cada nuevo ataque que sufría el auto sin que alguien se preocupara del mismo, reafirmaba y multiplicaba esa idea, hasta que la escalada de actos, cada vez peores, se volvía incontenible, desembocando en una conducta de violencia irracional. Pero una pregunta más profunda seria, ¿porque en el barrio esta conducta depredadora es automática, y en la zona rica a pesar de todo, se puede fomentar tan fácilmente?

“El ser humano está sometido a dos condiciones básicas que impone la ley natural: Crecimiento o supervivencia”

César Rengifo

Otro enfoque al mismo problema podría ser desde la perspectiva de la condición humana, los seres vivos tienen dos condiciones básicas, crecimiento o sobrevivencia, que son mutuamente excluyentes. Cuando un organismo crece es porque el entorno le está aportando lo necesario para ello, por el contrario, cuando esos factores (nutricionales, sociales, económicos, espirituales) son deficientes, la persona empieza a sobrevivir.

Pero fíjense que la sobrevivencia no necesariamente es global, puede ser puntual en uno o varios aspectos.Solo unos pocos animales pueden entrar en un tercer estado de hibernación, donde ni crecen ni sobreviven.

En los barrios por su misma situación de carestía, las personas independientemente de su nivel intelectual y cultural, tienen deficiencias y por lo tanto están en un estado de sobrevivencia permanente. Una situación como la del experimento da la oportunidad a algunos individuos (no todos), a saciar ese instinto depredador para una necesidad económica, o para resolver una necesidad personal con un repuesto, o simplemente drenar un instinto violento hacia un objeto simbólico (el carro destrozado) de la decadencia que está viviendo.Y uso el término “depredador”, porque etimológicamente del latín, se puede traducir como “saqueador”, donde no hay ningún reparo en la violencia del acto, ni el daño colateral al objeto o su entorno.Las conductas de sobrevivencia son instintivas, obedecen a impulsos o motivaciones adaptadas a una finalidad.

Es de carácter complejo, son globales para las mismas especies, pues siguen pautas biológicas hereditarias, y consta de una serie de pasos para que se produzca (percepción de la necesidad, búsqueda del objeto, localización del objeto, utilización del objeto y satisfacción del estado de necesidad). Incluso algunos autores afirman que los instintos son ineludibles y que no necesariamente el sujeto es consciente de su acto, siendo las excepciones y variabilidades mínimas.

De allí el refrán popular “todos tenemos de músico, poeta y loco”, pues en cualquiera instante en la conducta puede irrumpir sin control las fuerzas típicamente ilógicas del arte (música), el amor (poesía) o la locura.También los humanos desde que nacemos, con la interacción con estímulos y cambios impredecibles, tanto ambientales como sociales que nos obliga a adaptarnos, vamos desarrollando conductas anticipatorias que permiten responder con máxima eficacia a dichos cambios, creando mecanismos llamados intuitivos. La intuición está a medio camino entre la emoción y la razón, pero no sigue orden ni lógica. Nos ahorra tiempo y esfuerzo, siempre y cuando la anticipación al evento sea correcta, este tipo de conducta se va agudizando con la experiencia.

Desde un contexto evolutivo, la persona de Palo Alto o de cualquier urbanización de ricos, solo está demostrando su capacidad económica, pero esto no necesariamente quiere decir que no tiene “carestías” y por lo tanto está en sobrevivencia en algunos aspectos de su vida. Por lo tanto, cuando aparece “un carro con la ventana rota” lo que percibe es una señal de “deterioro”, e intuye que su ambiente protegido está en riesgo, lo cual dispara una conducta de sobrevivencia.

Como ya vimos esta respuesta es hereditaria y puede ser irracional, por lo cual al final vemos la misma conducta que en el barrio, en situaciones aparentemente distintas, pero iguales desde la perspectiva de la naturaleza humana. Es importante ver la conducta humana no siempre desde la óptica racional, sino saber que hay aspectos instintivos, que van dejando una huella de comportamientos para  referencias futuras del individuo. Es a través de esa interacción ambiental y social inicial, que se puede modular en los niños las respuestas instintivas.

Ofreciendo un marco de referencia positiva como un freno a conductas abiertamente destructivas.Así mismo los padres debemos estar atentos a brindar a los hijos apoyo en la búsqueda de la satisfacción proactiva de sus necesidades (físicas, económicas, educativas, sociales, emocionales, religiosas, morales, entre otras), que mitiguen el efecto de estímulos negativos, que reciben los hijos durante su desarrollo, por los medios, y por vivencias personales por políticas públicas que estimulan el servilismo y las conductas depredadoras en la sociedad, contrarias a la convivencia limpia, ordenada y respetuosas del trato humana.

Judibana, Península de Paraguaná, Estado Falcón, Venezuela

30 de marzo de 2019

César Rengifo
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