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El error de los marxistas

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ROBERT RACHEWSKY – EL CANDIL – AÑO V – N° 246.-


“Errar es humano. Persistir en el error es estúpido”, dijo alguien.

Ser un marxista convencido significa exactamente eso, elegir el error y nunca abandonarlo. Es una religión oscurantista y, como todas las religiones, es racionalista, mística, dogmática y falsa.

El error de los marxistas comienza ya con un grave problema: la amoralidad. No saben lo que significa lo correcto o incorrecto porque carecen de un estándar moral tangible definido a partir de la realidad y la lógica.

Los pragmáticos no tienen principios, sólo quieren saber de los fines que terminan justificando los medios. Los marxistas no tienen principios, ni fines, y utilizan cualquier medio para lograr… nada.

El que no tiene principios, no se contradice a sí mismo. Siempre está bien consigo mismo, sin importar cuánto daño pueda causarse a sí mismo y a los demás.

Los marxistas son deterministas, creen que están imbuidos de un papel que se les ha dado como agentes de justicia bajo una visión de clase. Son materialistas, no quieren lo que han hecho, nada crearlo o adquirirlo virtuosamente.

El más tranquilo de los marxistas es el que mejor disimula su psicopatía. Cualquier marxista que cambie la fuerza por argumentos no es más que un cobarde temeroso.

Mira a ese pobre tipo que pensó que era una buena idea boicotear los negocios de propiedad judía. Estúpido como los que se equivocan y repiten sus errores, no dudó, proclamó el mantra que movió al austríaco del bigote raro a crear el nacionalsocialismo que no consiguió entregar nada al mundo más que odio, guerra, miseria y muerte.

Si es para boicotear a los judíos, ¿por qué el terrorista de Araguaia no empieza por boicotear al marxismo mismo, sea leninista o trotskista? Después de todo, Marx, Lenin y Trotsky eran judíos.

Marx se convirtió en ateo, a pesar de que era nieto de dos rabinos y su padre se había convertido junto con sus hijos al protestantismo. Marx basaba su ideología en el ateísmo, despreciaba las religiones.

Yo pienso diferente. Marx decía que la religión era el opio del pueblo. Creo que por eso creó el suyo propio, el marxismo, una ideología mística, dogmática, oscurantista y, de manera secular y kantiana, trascendental. Es la religión que promete el paraíso aquí en la tierra, justo en el horizonte.


Robert Rachewsky

Empresario y articulista


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