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Demanda; motor del desarrollo – I

ÁLVARO RAMÍREZ – EL CANDIL – AÑO IV – N° 172

Hace algún tiempo en el interior, me llamo la atención al pasar por un campo, ver algún campesino arando con un buey. No lo veía desde niño. Creo que es una rareza que en muy pocos sitios puede verse. Mas adelante, observé un niño que caminaba presurosamente y al preguntarle, dijo que iba hacia la tienda a pedir, y traer la panela que su madre le encargó para hacer su desayuno.

Esa tarde de regreso, dejando a los amigos en su casa me preguntaron si quería tomar algo para refrescarme y picar, y a los 20 minutos, teníamos en la puerta de su casa unas bebidas y una pizza recién hecha. Al terminar se nos antojó un cafecito y nuevamente lo solicitamos y esta vez en menos tiempo, lo teníamos a nuestra disposición en casa.

Creo que ninguno de nosotros, tiene idea de cuánto cuestan las bebidas, los pedazos de piza o el café. Menos aún, cual es el monto asociado al servicio de obtenerlos vía telefónica y que sean llevados a la puerta de la casa, calientes aún como para consumirlos.

Apartándonos un poco de los alimentos, es más fácil preguntarse qué bien o servicio no es prestado a domicilio, que aquellos que lo son. Solo con desearlo y acceder a un teléfono en menos de dos días Ud. tiene a su disposición bienes manufacturados al otro lado del mundo. Equipos simples o de alta complejidad, perecederos o no, delicados, livianos, pesados, pequeños, grandes y algo muy importante personalizados, sobre medidas, o según diseño que Ud. requiera.   

¿Qué es lo extraño? se preguntará cualquiera al leer esto. En realidad, lo extraño es ocuparse del tema. Hoy, ese comportamiento se multiplica por millones en cualquier ciudad importante y a lo largo de 24 horas como el mecanismo normal de satisfacción de necesidades de cualquier consumidor.  En algún momento mi hijo me decía que gran parte de la fuerza laboral americana está ocupada en distribuir cosas a domicilio. Desde aviones hasta mercados.

La logística de las cadenas de abastecimiento se ha movido según el “pull”, superando el mecanismo “push” que era tradicional. Hace cierto tiempo que el mercado funciona halado por los consumidores. Esa fuerza ha hecho que el mundo hoy en día sea el que tenemos, donde se enmarcan los ejemplos descritos anteriormente. La “globalización” ha sido la respuesta en un mundo competitivo, al “sourcing” para lograr la satisfacción de las necesidades que presentan los consumidores. Para las empresas en su carrera por respuestas más productivas, el mundo se ha vuelto cada vez más pequeño y a la hora de fuentes de suministro confiables y suficientes, no existen fronteras. Cualquier producto envuelve componentes de múltiples países. Valga como ejemplo un simple teléfono que tiene componentes de 50 países. Asociado a lo anterior el manejo de volúmenes en forma integrado ha logrado el control de costos a pesar de las distancias. Vehículos y equipos de manejo cada vez más especializados, veloces y de mayor capacidad han sido parte de la respuesta.

Estandarización de producción, consolidación de órdenes, normalización de productos, contratos automáticos, embarques programados, capacidad de producción reservada, etc, han sido herramientas de mejora de productividad en esas cadenas de abastecimiento (SCM), que se han convertido en factor estratégico y clave de éxito para el crecimiento de la economía a nivel mundial.

Hoy esas cadenas de abastecimiento están siendo retadas. La pandemia, la escasez de materias primas, los conflictos geopolíticos, la escasez de mano de obra, han puesto a crujir esos sistemas y mecanismos de relojería responsables por la sincronización y resultados.

Era difícil imaginar para la mayoría de la población y hasta para los planificadores que poder comprar un equipo médico, un vehículo nuevo, dependía de los síntomas gripales que pudiese padecer un operador de grúa en un puerto remoto al otro lado del mundo. O que el precio de los huevos en Suramérica dependiese del ataque sorpresivo de un granero del mundo y su infraestructura, por la armada de otro país. O que el servicio de entrega de un paquete en un pueblo de Arizona se viera retrasado y aumentado en costo, por el cierre de la válvula de gas que alimenta a Europa desde Rusia y del aumento del tiempo de viaje e indisponibilidad de containers para movilizar bienes por el Pacifico, o de la imposición de solicitud de visas de trabajo en Gran Bretaña a los camioneros de combustible europeos.

El mundo empresarial y político está buscando soluciones y adoptando medidas para paliar la situación y mantener sostenible la economía. Ya las empresas para satisfacer los mercados empiezan a hablar de “nearshoring”. En publicación de junio de “CSCMPs Quaterly” mencionan encuestas donde se ilustra 70% de las empresas desarrollando nuevas fuentes de suministro y cambiando sus operaciones y alrededor del 37% de empresas americanas planificando, traer de regreso producción a USA o cercanías. También el inicio de construcción de plantas de producción de elementos claves como los componentes electrónicos. Por su parte el mundo político asociado a la administración de recursos con los estados ha distribuido dinero en cantidades significativas, incrementado el endeudamiento internacional y nacional, con el fin de mantener la demanda que siga halando la producción de bienes y servicios. No son gratis estas acciones y si no se mantiene el pulso, se paga con una alta inflación, que es lo que se está alcanzando en el mundo y que, a su vez, obliga a disminuir el circulante vía encarecimiento del dinero elevando las tasas de interés, acercándose así peligrosamente a la recesión y caída de la demanda. La mesa está servida para la aplicación de las recetas y en eso anda el mundo económico de la mano con el mundo empresarial como mencionamos. Pareciera inevitable pagar el precio de una recesión, aunque se trate de suavizarla.

Sin embargo, me parece que, en esta oportunidad, con el impacto de lo que estamos sufriendo en esos términos económicos, además que, a pesar de las recetas, no tenemos garantía de que no se repita la situación y que, indudablemente los niveles de competitividad se verán afectados por el atraso de los niveles de alistamiento de muchas regiones, pareciera que está llegando la hora de revisar hábitos de consumo. En otras palabras, revisar lo alcanzado en la satisfacción y retribución y complacencia inmediata de los deseos, que nuestro mundo consumidor ha desarrollado. ¿Dónde hemos llegado desde los inicios hace 100 años, de la producción en serie? Es famosa la frase del primer fabricante de automóviles en serie que decía: “Hay que darle al cliente lo que pida, siempre que sea un FORD modelo T, negro.” ¿Cuál podría ser la frase hoy? Que tal: “CUALQUIER COSA QUE DESEE, LA TENGO CASI EN FORMA INMEDIATA DISPONIBLE EN CUALQUIER LUGAR DEL MUNDO, A UN CHASQUIDO DE MIS DEDOS”

Es un hecho que todo en el mundo, será en los próximos años, más costoso de suplir. La precaución muestra que probablemente los niveles de aseguramiento de bienes y alimentos deben ser aumentados. La menor competitividad en la producción de bienes tecnológicos al distribuirse también incrementa de alguna forma los costos. La infraestructura por desarrollar en diferentes regiones toma un tiempo y por ende un costo. Las comprensibles restricciones ambientales, harán más costosa la minería y producción a partir de recursos naturales.

¿La carrera podrá seguir indefinidamente hasta… donde, y hasta cuándo, y a pesar de…?

¿Habrá llegado la hora de revisar algunos aspectos como: “LA VELOCIDAD”, “EL DESPERDICIO”, ¿“LA CALIDAD DE LA DEMANDA”?


Álvaro Ramírez
Álvaro Ramírez

Ingeniero Industrial con entrenamiento en USA, England, Holland, UCLA, Penn State y Michigan.  Gerente de logística de bienes y servicios operaciones y proyectos en Shell de Venezuela, Petróleos de Venezuela, S.A. (PDVSA), Petroquímica de Venezuela, S.A. (PEQUIVEN), BARIVEN, y Canadian Oíl Company de Colombia. SEO PROCURAMOS, proyectos, consultoría y asesoramiento internacional.


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1 comentario en «Demanda; motor del desarrollo – I»

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